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Me lo dijo un pajarito

enero 04, 2011

Numerológica

La numerología es una mancia paradigmática, aunque sea porque es la realización más brutal del patrón básico de los métodos adivinatorios: la reducción de una realidad vastísima a unos pocos significados estereotipados. Me explico.

Supuestamente, la numerología interpreta el mundo a partir de los números asignados a las cosas. Ahora bien, los números propiamente dichos son infinitos (y lo son en maneras que la mayoría de la gente no puede ni imaginar), lo que los hace pésimos símbolos de la realidad, que es enorme e inabarcable, pero sigue siendo finita, o cuando menos así parece. Así que una porción significativa de los numerólogos hacen trampa: en lugar de interpretar números, interpretan las secuencias de símbolos que usamos para expresarlos, o sea los dígitos; y lo hacen de forma apta para memos, porque cualquier secuencia de dígitos tiende a ser reducida a un solo dígito (mediante la ruta del menor esfuerzo: sumas sucesivas). El pasado, presente y futuro de la vida y el mundo expresados con nueve miserables símbolos. Y luego dicen que la ciencia es reduccionista.

A pesar de su pinta de exactitud y "cienciosidad", la numerología es totalmente fortuita. No solo las horas, los calendarios, las medidas, los sistemas de escritura y las conversiones entre letras y dígitos / números varían entre las diferentes culturas. También varía el sistema de numeración, lo que le da el tiro de gracia a la numerología, o debería dárselo. El sistema más utilizado es por mucho el decimal, basado en el 10, pero Mesoamérica usaba un sistema vigesimal, basado en el 20, y Mesopotamia usó un sistema sexagesimal, basado en el 60, que hoy sobrevive en los relojes, los receptores GPS y la astrología. Incluso si todo lo demás fuera igual, los numerólogos mayas o asirios habrían obtenido resultados completamente distintos a los numerólogos modernos, nada más por usar una cantidad distinta de símbolos. Algo que cambia radicalmente según dónde y cuándo esté uno no puede tener gran trascendencia cósmica.

Si uno piensa en lo complicada que puede llegar a ser la astrología, y en el hecho de que hay una verdadera ciencia no tanto sobre los números sino sobre sus propiedades y relaciones, el verdadero misterio alrededor de la numerología es su burda y chapucera simplicidad al limitarse a un puñado de caracteres y números enteros. Un numerólogo con aficiones matemáticas y sin escrúpulos podría crear un método adivinatorio inagotable nada más con asignar significados uyuyuyantes (e inventados, claro) a hechos tales como que hay números que son potencias de otros, o que formen parte de alguna secuencia (¿dónde están los tratados numerológicos sobre la serie de Fibonacci?), o que formen conjuntos con propiedades comunes (como por ejemplo las triadas pitagóricas, aunque puede que sí haya un tratado sobre eso). Será que las propiedades, funciones y relaciones entre números son infinitas, igual que los mismos números, y si son infinitas no sirven de gran cosa. Tal vez sea mejor así: debe ser doloroso ver tamaño talento desperdiciado en chorradas místicas.

Toda esta disgresión es para compartir una curiosidad de esas que jamás verá en los tratados de numerología:

2011 es un número primo.

¿Qué significa eso? Lo mismo que la numerología: nada, por supuesto. Así que le deseo un feliz año, y como el Cosmos no le va a decir cómo, aprovéchelo como mejor pueda y quiera.