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Me lo dijo un pajarito

agosto 16, 2009

De regreso a la Luna (II)

Si mandar seres humanos al espacio es tan caro y tan poco práctico, ¿por qué Estados Unidos dedicó tantos esfuerzos para lograrlo durante la década de los sesentas?

Primero, porque la historia de los grandes viajes de exploración y descubrimiento lo hacía ver obvio. Las tecnologías que a la larga reemplazaron al ser humano en la exploración espacial estaban comenzando (la implementación práctica de la radio fue más o menos al mismo tiempo que se demostraba la factibilidad de los cohetes espaciales; de los mecanismos autónomos ni hablar), y por eso mismo no se vislumbraba la posibilidad de ese reemplazo.

Pero el motivo principal era más pedestre.

La Guerra Fría

En el valiente y nuevo mundo bipolar que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética debían buscar una forma de demostrar al mundo y a sus propios ciudadanos que su civilización era superior. Pero ambas potencias contaban con armas nucleares, así que existía un riesgo muy real de que esa muestra de poder terminara con la evaporación de millones de personas. Aparte de las guerras en el Tercer Mundo, la Guerra Fría fue una guerra de diplomacia, de propaganda y de símbolos. Y qué mejor símbolo de superioridad que La Conquista Del Espacio.

Al menos durante sus primeros años, la carrera espacial era más un despliegue de poder económico y tecnológico que una empresa científica. En esta guerra de símbolos, los soviéticos llevaron la ventaja inicial: fueron los primeros en lanzar satélites, en lanzar animales, en lanzar y recuperar humanos. Para los estadounidenses se volvió cuestión de orgullo nacional: si Ellos pueden ir al espacio, ¿por qué Nosotros no? Y siendo estadounidenses, se fueron a lo grande: si Ellos van a la órbita baja, ¡Nosotros vamos a ir a la Luna!

El discurso de Kennedy

En su famoso discurso del 25 de mayo de 1961 ante el Congreso estadounidense, el presidente John F. Kennedy prometió presencia estadounidense humana en la Luna antes del fin de la década de 1960. El discurso se recuerda porque se considera el banderazo inicial del Programa Apolo, pero Kennedy proponía muchas otras cosas además de la Luna, como veremos a continuación.

Kennedy empezó más o menos así:

La Constitución me impone la obligación de "dar de tiempo en tiempo al Congreso información sobre el Estado de la Unión". Si bien esto se ha interpretado tradicionalmente como un asunto anual, esta tradición se ha roto en tiempos extraordinarios.

Estos son tiempos extraordinarios. Y enfrentamos un desafío extraordinario. Nuestra fuerza así como nuestras convicciones han impuesto sobre esta nación el papel de líder en la causa de la libertad.

Ningún papel en la historia pudo ser más difícil o más importante. Nosotros defendemos a la libertad.

Esa es nuestra convicción para nosotros —ese es nuestro único compromiso hacia otros. Ningún amigo, neutral o adversario debe pensar de otra manera. No estamos contra ningún hombre —o ningún sistema— excepto si es hostil a la libertad.

Qué poco han cambiado las cosas. San John F. Kennedy, el Noble, el Puro, el Mártir, expresa la misma ideología política que Estados Unidos ha usado para justificar su existencia y su expansión territorial, comercial y militar durante los últimos 200 años: "América" como Guardián de la Libertad. El mismo sonsonete que el Gran Satán Alcohólico George W. Bush usó para desmadrar al menos tres países.

Desde luego, toda gran cruzada civilizatoria debe tener un enemigo. Los enemigos de Bushito eran Los Malvados Terroristas Islámicos y Malvados, aunque siempre negó la parte de "islámicos". Los enemigos de Kennedy eran Los Malvados Rusos Comunistas Opresores y Malvados, y nunca lo negó. Para empezar, el discurso se pronunció un mes después de la fracasada invasión de Bahía de Cochinos para derrocar a Fidel Castro y a la Revolución Cubana. Cuba era la muestra más cercana (y por lo mismo la más irritante) del ascenso mundial de la Unión Soviética después de la Segunda Guerra, lo que obviamente era indeseable para Washington. En el discurso, por ejemplo, constantemente los llama "adversarios de la libertad", los acusa de querer "explotar, controlar y finalmente destruir las esperanzas de las más nuevas naciones del mundo", reconoce que "los más habilidosos esfuerzos de contraguerrilla no pueden triunfar donde la población está tan atrapada por su propia miseria como para preocuparse por el avance del comunismo", y muestra su preocupación por las transmisiones radiales de "los soviéticos, los chinos rojos y sus satélites" en Latinoamérica y Asia.

Ante la amenaza soviética a la misión autoimpuesta de llevar libertad y progreso (y el American way of life) a los pueblos del mundo, Kennedy propuso:

  • Un programa para entrenar a la fuerza laboral y adaptarla a la automatización de la industria
  • Una política de austeridad fiscal y de mejora de la recaudación
  • Un programa de apoyo económico a "naciones emergentes", con un "Fondo Presidencial de Contingencia"
  • Un incremento en los fondos de la CIA, destinados a transmisiones de radio y televisión en América Latina y el Sureste Asiático
  • La asignación de 5 submarinos Polaris a la OTAN
  • Un "Programa de Asistencia Militar" para combatir "la crisis actual en el Sureste de Asia [Vietnam]", "la creciente amenaza del comunismo en América Latina" o "las nuevas presiones en cada nación [...] a lo largo de los bordes del bloque comunista en Asia y el Medio Oriente"
  • Programas para reorganizar, modernizar y reequipar las fuerzas armadas, con énfasis en las fuerzas especiales
  • La reorganización de las agencias de defensa civil
  • Un plan para evaluar, mejorar e implementar la infraestructura de refugios nucleares
  • La promoción del desarme nuclear
  • El desarrollo de un cohete de propulsión nuclear
  • Fondos adicionales para satélites de telecomunicaciones y climáticos
  • "Lograr la meta, antes de que esta década termine, de colocar un hombre en la Luna y regresarlo a salvo a la Tierra"

Es claro que el plan de Kennedy era en su mayor parte militarista, si bien buscaba la disuasión antes que un conflicto directo. Incluso los proyectos diplomáticos y pacíficos se inscribían en esa lógica militar, buscando disminuir o neutralizar el poder de Moscú, Pekín y sus aliados. Este era un plan de la Guerra Fría, enfocado a elevar al Imperio Americano por encima de la Unión Soviética en la lucha por la supremacía mundial. Y la promesa lunar de Kennedy, que a la larga se convertiría en el Programa Apolo, debe entenderse en esa lógica de la Guerra Fría.

La promesa lunar

Kennedy empezó así la parte de su discurso sobre la exploración espacial:

Si vamos a ganar la batalla que está ocurriendo en el mundo entre la libertad y la tiranía, los dramáticos logros en el espacio que han ocurrido en semanas recientes deberían hacer claro a todos que, así como lo hizo el Sputnik en 1957, el impacto de esta aventura en las mentes de los hombres en todos lados, que intentan hacer una determinación de qué camino deben tomar.

Kennedy veía los logros espaciales como logros de sistemas sociopolíticos, y la superioridad de un Estado en la carrera espacial implicaba la superioridad de su sistema sobre los sistemas rivales. En esta interpretación, los regímenes del Tercer Mundo verían los logros espaciales del comunismo soviético como producto de un sistema superior a la democracia capitalista de Estados Unidos, y buscarían adoptar para sus países formas de organización económica y política más afines a Moscú que a Washington. En pocas palabras, para Kennedy el programa espacial era poco más que una forma muy visible, espectacular y persuasiva de propaganda. Y es en esos términos como planteó la promesa lunar:

[C]reo que esta nación debe comprometerse a lograr la meta, antes del fin de esta década, a colocar a un hombre en la Luna y regresarlo a salvo a la Tierra. Ningún proyecto espacial en este periodo será más impresionante a la humanidad, o más importante para la exploración del espacio a largo plazo; y ninguno será tan difícil o costoso de lograr. [...] Pero en un sentido muy real, no será un solo hombre en la Luna —si hacemos este juicio afirmativamente, será una nación entera. Pues todos nosotros debemos trabajar para ponerlo ahí.

John F. Kennedy era un político, pensaba como político, y el discurso de 1961 fue leído a otros políticos en un acto político. Era natural que la promesa lunar fuese una promesa política, enmarcada en una agenda política con claros fines políticos. De ahí que la promesa lunar no ofreciera un solo beneficio científico o técnico, ni siquiera aproximado. El objetivo de la promesa lunar, del proyecto Apolo, era llegar a la Luna para demostrar la superioridad de los Estados Unidos sobre las demás naciones.

La reunión Kennedy-Webb

Avancemos 18 meses en el tiempo. Estamos en noviembre de 1962. Poco a poco, la promesa lunar de John F. Kennedy comienza a concretarse. El programa Apolo está en sus primeras fases de diseño. Sin embargo, se reporta que la NASA no le está dedicando suficiente atención y recursos, y que puede requerir 400 millones de dólares adicionales. Alarmado ante esa perspectiva, Kennedy convoca a una reunión en la Casa Blanca con James Webb, en ese entonces el administrador de la NASA, Jerome Wiesner, el asesor presidencial para ciencia y tecnología, y otros funcionarios de la NASA y de la Oficina del Presupuesto.

La transcripción de esta reunión es un documento fascinante. Se habló del incremento al presupuesto de la NASA, de los aumentos masivos en los costos de desarrollo de los proyectos en curso, el Géminis y el Mercurio, de la relación entre los tiempos y los costos, de la capacidad que podría tener la NASA de negociar más presupuesto ante el Congreso de Estados Unidos o mejores condiciones de los contratistas privados. Los interesados en administración de proyectos y materias relacionadas pueden encontrar ese bloque estimulante y educativo.

La parte que nos interesa aquí es la discusión sobre la prioridad del proyecto lunar dentro de la NASA, que pinta de cuerpo completo la motivación eminentemente política y el minúsculo papel que tuvo la ciencia en la promesa lunar de Kennedy. A los que hayan estado en juntas de ingenieros y administradores, la dinámica entre Kennedy y los altos mandos de la NASA les será dolorosamente familiar.

Kennedy le pregunta a James Webb si el programa lunar es la prioridad máxima de la NASA. Webb responde que es una prioridad, pero no la prioridad: es importante trabajar en los cohetes para saber qué tan lejos se puede llegar para estudiar las condiciones del espacio. A lo que Kennedy dice:

Jim, creo que [el proyecto Apolo] es la máxima prioridad. Creo que debemos tener eso bien claro. Algunos de esos programas pueden retrasarse seis meses, o nueve meses, y nada estratégico va a pasar, va a... Pero esto es importante por razones políticas, razones políticas internacionales. En cierto sentido esto es, nos guste o no, una carrera. Si llegamos segundos a la Luna, está bien, pero es llegar segundo de todas formas. Así que si somos los segundos por seis meses, porque no le dimos la prioridad adecuada, por supuesto que sería muy serio. Así que pienso que debemos ver que esto es la prioridad máxima para nosotros.

Webb no era un científico. Era un abogado como Kennedy, pero entendía las dimensiones y las implicaciones del proyecto mucho mejor que Kennedy:

El problema [...] Déjeme decir una cosa, luego entonces quiera [desconocido] la cosa que me molesta aquí de hacer una afirmación tan tajante como esa es que, número uno, hay verdaderas incógnitas sobre si el hombre puede vivir bajo la condición ingrávida y si podremos alguna vez hacer el alunizaje. Ese es un tipo de vulnerabilidad política por el que quisiera evitar semejante compromiso tan tajante. Si dice que falló en su prioridad número uno, es algo para pensar. Ahora, el segundo punto es que según podamos ir y hacer mediciones en el espacio para estar físicamente aptos para estar allá, el trabajo científico alimenta a la tecnología y los ingenieros comienzan a hacer mejores naves espaciales. Esto le da mejores instrumentos y una mejor oportunidad de salir a aprender más. [...]

Perfectamente razonable. Pero Kennedy parece exasperantemente ciego ante ese hecho. Webb, el asesor Wiesner y otras personas de la NASA dicen que necesitan saber sobre el espacio para poder ir a la Luna, y Kennedy se pone necio y dice que la ciencia es muy bonita pero lo más importante es el viaje tripulado a la Luna. Ese ciclo se repite unas seis veces. Al ver el texto completo uno casi hasta se alegra de que hayan matado a Kennedy. (Conspiranoicos, aquí tienen una sugerencia para una teoría nueva: la NASA mandó matar a Kennedy porque no los dejaba hacer ciencia.)

Kennedy:Y el segundo punto es el hecho de que la Unión Soviética ha hecho esto una prueba del sistema. Por eso lo estamos haciendo. Así que pienso tomar el punto de vista de que este es el programa clave. El esto de estos... podemos averiguar todo sobre ello, pero hay muchas otras cosas sobre las que podemos averiguar; necesitamos averiguar sobre el cáncer y todo lo demás.

Webb: Pero verá, cuando habla sobre eso, es muy difícil trazar una línea entre lo que...

Kennedy: Todo lo que hacemos en realidad debe estar ligado a llegar a la Luna antes que los rusos.

Ese último párrafo lo dice todo.

Referencias

7 comentarios:

Antonio dijo...

Liderazgo fuerte el de Kennedy. Esa discusión me hace recordar muchas (y como bien dices, amargas) juntas entre directores e ingenieros. A veces me explico por que muchos ingenieros preferimos trabajar en empresas constructoras, a las ordenes de otros ingenieros (aun cuando el trabajo puede ser agotador e inestable, y no precisamente el mejor pagado) que en áreas funcionales de empresas de otro tipo; y por que los ingenieros más exitosos son los que empatizan facilmente con los requerimientos del cliente, aunque no entiendan nada de ingeniería.

No puede negarse que el punto de Kennedy era válido.

Muy buena entrada.

Un Abrazo.

Ribozyme dijo...

Lo peor del caso es que a Kennedy le salió el tiro por la culata (y que conste que aquí el humor negro es accidental) y ese triunfalismo sirvió para fortalecer a regímenes contrarios al partido Demócrata de Kennedy, los de Nixon y Reagan.

Lo que sí es un hecho es que ya mucha gente no se acuerda de la clase de régimen terrible que era la URSS. En esa dicotomía USA-URSS, ciertamente el menor de los males eran los USA. Y el programa espacial era una extensión del desarrollo de tecnología militar en ambos países y un instrumento de propaganda y de exhibición del poder de cada uno. Los primeros cohetes usados en los programas espaciales eran misiles balísticos intercontinentales y el golpe que significó para los USA el que la URSS pusiera en órbita al Sputnik 1 no sólo fue al orgullo, sino una muestra palpable de que la URSS les había comido el mandado en el desarrollo de un misil que pudiera transportar bombas nucleares de un país al otro. El primer cohete americano que fue de uso exclusivo para el programa espacial y no una adaptación de misiles ya existentes fue precisamente el que se desarrolló en el programa Apolo, el Saturno V (bueno, y su predecesor de prueba, el Saturno I). Los rusos simplemente no pudieron desarrollar un cohete lo suficientemente grande como para llevar cosmonautas a la Luna. Los cuatro N1 que se probaron explotaron durante el lanzamiento. Curiosamente, los cohetes que se siguen lanzando para poner en órbita a las naves Soyuz y Progreso son misiles intercontinentales adaptados, muy parecidos a los de los Sputnik, y lo mismo los cohetes gringos que se han usado y se siguen usando para lanzar satélites y sondas espaciales que no son lanzados por el transbordador espacial: Atlas y Titan.

Fernando dijo...

todo el artículo muy bueno, excepto que no veo el motivo por el que "uno casi se alegra de que hayan matado a Kennedy", si crees que matar a una persona es una forma de solucionar problemas, entonces no deberías irritarte tanto con Bush, ya que él hacía lo mismo que a ti "casi te alegra".

Pereque dijo...

Ribozyme: La idea es interesante. Pensaba que los soviéticos no llegaron a la Luna porque su economía no lo soportaba, pero no pude encontrar mucha evidencia a favor, y además no me cuadraba muy bien con el hecho de que hicieron más cosas en cuanto a estaciones espaciales. ¿Cree que el fracaso de los soviéticos en construir un cohete lunar (por ponerle de algún modo) contribuyó a su énfasis en las estaciones espaciales?

Fernando: Bienvenido. Considere ese comentario como intento de humor negro.

Saludos.

Fernando dijo...

podría publicar un artículo extenso acerca del mega charlatánCarlos Trejo y su sucia comparsa Jaime Maussán?, es realmente patética la manera en que pretenden engañarnos con sus supuestos fenómenos parnormales uno y el otro con sus supuestos ovnis y enigmas absurdos. Gracias de antemano.

Quien Resulte Responsable dijo...

Ribozyme: No es que los soviéticos (en ese tiempo eran soviéticos, y no solamente los rusos eran soviéticos) no pudieran desarrollar un cohete lo suficientemente grande: sí pudieron. Lo que no pudieron fue hacerlo a tiempo. Cuando los gringos llegaron a la Luna, los rusos se limitaron a enviar robots a recoger cascajo.

De hecho, si mal no recuerdo y las notas que encontré en una caja de cartón son correctas, aparentemente Kennedy le propuso a Khrushchev que llegaran juntos a la Luna, pero Khrushchev se negó ante el temor de que los gringos robaran tecnología espacial soviética, la cual era más avanzada comparativamente hablando (pues habían empezado antes que los gringos).

El cohete soviético iba a ser el Nositel 1 (N1 para abreviar), pero éste proyecto no tenía tanto presupuesto como el Saturno V y no alcanzó a volar antes que el Apolo 11 llegara a la Luna. El N1 necesitaba 30 motores, porque éstos quemaban queroseno y no es precisamente el mejor combustible del mundo para lanzar cohetes. Como se diseñó con prisas y poco presupuesto, el N1 falló cuatro de cuatro veces: el Saturno V falló cero de 13 veces, pero costó más y se tardó más en desarrollar.

Hacer las cosas bien cuesta.

Ahora, si me disculpan, voy a ver qué mas hay en la caja. Casi todo está escrito a mano pero se ve muy interesante.

Kyuuketsuki dijo...

¡Vaya! ¡Vaya! Al fin leo un argumento breve y razonado sobre una idea que comparto y que no les entra de ningún modo a los conspiracionistas. Debe ser porque soy muy lerdo para explicar, así que les rolaré una liga con esta entrada de tu blog. Sería capaz de darte un abrazo. Que diablos, lo haré.