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Me lo dijo un pajarito

febrero 17, 2007

Día del Heliocentrismo: el heliocentrismo en México

El 15 de febrero de 1564 nació el científico italiano Galileo Galilei, considerado por muchos como el padre de la ciencia moderna al introducir la experimentación y el modelo matemático en la ciencia, aunque es más famoso por ser juzgado por la Inquisición por defender el modelo heliocéntrico en el que la Tierra y los otros planetas giran alrededor del Sol ("Y sin embargo, se mueve"). El sistema heliocéntrico fue concebido en su forma moderna por el astrónomo polaco Nicolás Copérnico, quien nació el 19 de febrero de 1473.

El Swarthmore College decidió pegar los dos aniversarios en el Día del Heliocentrismo, que se celebra el 17 de febrero. El 17 de febrero de 1600, por cierto, fue ejecutado Giordano Bruno, quien tenía ideas similares a las de Copérnico pero mucho más místicas.

Como el heliocentrismo es un hecho muchísimo menos controversial y muchísimo mejor conocido que la evolución, el día está más enfocado en los niños. Una buena idea del Swarthmore College es hacer un pastel con ocho círculos concéntricos (en otros lados se sugiere poner frutas o gomitas para los planetas) y una velota en medio representando al Sol. Lo más parecido a un pastel que puedo ofrecerles es esta foto, pero puedo intentar hacer un "pastel" cultural.

El heliocentrismo en México

Nicolás Copérnico era una persona muy discreta, y aunque ya tenía formulada su teoría heliocéntrica para 1513, no fue sino hasta 1543, año de su muerte, cuando su obra completa fue impresa. Pasarían otros 70 años para que la Iglesia católica se diera cuenta de lo que estaba pasando, conociera el contenido de la obra de Copérnico y la declarara herética.

Cuando De revolutionibus estaba saliendo de las imprentas, España apenas llevaba dos décadas de dominio sobre el antiguo imperio mexicano. Ciudades como Culiacán, Guadalajara, Guanajuato, Acapulco, Campeche o Mérida eran pequeñas poblaciones recién fundadas. Los españoles apenas iniciaban la exploración, conquista y colonización de las regiones al norte de su nueva provincia.

Ya cuando la Inquisición estaba juzgando a Galileo, la Nueva España tenía una pujante comunidad de eruditos que estudiaban la naturaleza de su país e incorporaban lo que podían de las novedades de Europa. El primer tratado astronómico novohispano data de 1557, y exponía una visión geocéntrica de acuerdo con las enseñanzas de Claudio Ptolomeo. Cien años después, el heliocentrismo medio se asoma por primera vez en un tratado escrito en la Nueva España: se trata de un opúsculo sobre un cometa visto en 1652, escrito por fray Diego Rodríguez. Por temor a la Inquisición, Rodríguez nunca llevó esta obra a la imprenta. Explicando las razones por las que los cielos no son sólidos, Rodríguez dice:

La segunda razón sea de los movimientos de los cinco planetas, Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio (como afirman y comprueban Tychon [Brahe] y otros muchos) que se mueven alrededor del Sol concéntricamente con sus movimientos medios.

A partir de Rodríguez, las teorías de Copérnico, Kepler y Galileo comenzaron a abrirse paso muy lentamente entre el hermetismo, la astronomía y la escolástica dominantes en la comunidad astronómica novohispana. Otro gran hito en la modernidad astronómica de Nueva España / México fue Carlos de Sigüenza y Góngora, quien escribió un tratado refutando a la astrología para tranquilizar a la virreina sobre otro cometa que apareció en 1680. Este tratado inició una polémica entre Sigüenza, partidario del sistema de Brahe, y otros estudiosos, entre los que destacan Eusebio Kino, defensores del sistema ptolemaico.

Desde nuestra perspectiva, que Rodríguez y Sigüenza apoyaran a Tycho en lugar de a Copérnico no parece un gran avance. Pero cuando recordamos que la Inquisición ejercía una poderosa influencia sobre la sociedad novohispana, y que la condena contra Galileo por defender el sistema copernicano seguía vigente. En cambio, Tycho optó por una solución de compromiso: el sistema ptolemaico se volvió extraordinariamente complicado (sólo diré que es necesario suponer al menos tres círculos para calcular los movimientos de un solo planeta) para obtener resultados menos precisos que los que daba el sistema copernicano. El modelo de Tycho tenía lo mejor de ambos mundos al ser más preciso y simple que el sistema ptolemaico, y ser más políticamente correcto (diríamos hoy) que el sistema copernicano al no contradecir formalmente la Biblia.

Hacia 1700, imperaba una actitud ambivalente hacia los sistemas ptolemaico y copernicano, sobre todo entre los astrónomos jesuitas. Por un lado, casi todos los astrónomos usaban tablas basadas en Copérnico o en Tycho porque eran mucho más fáciles y convenientes. Por el otro, se creía que el sistema copernicano era un modelo útil para sacar cuentas y hacer predicciones pero que en realidad la Tierra era el centro del Universo. Esta idea de hecho ya había sido expresada en Roma hacia la época del juicio contra Galileo. Hacia 1740, además de Copérnico y Kepler, Isaac Newton entró en las universidades y la cosmovisión de los eruditos novohispanos.

La astronomía mexicana le debe a Juan Benito Díaz de Gamarra la primera aceptación directa del heliocentrismo. En 1774, en el cuarto volumen de su obra Elementa recentoris philosphiae se dedica a evaluar los tres principales sistemas del mundo y demuestra la superioridad del copernicano no sólo como una forma fácil de sacar cuentas sino como el único sistema realmente compatible con la física y las matemáticas. Va más o menos así:

En efecto, la hipótesis de Copérnico no está contra la física y la astronomía como el sistema ptolemaico. [...] Los fenómenos demuestran claramente que el sistema de Ptolomeo es mucho menos coherente con las observaciones astronómicas. En efecto, se ha descubierto que Mercurio y Venus se ven desde la Tierra a veces a los lados del Sol, a veces debajo de él. Y según esta hipotesis (de Ptolomeo) deberían aparecer debajo, del Sol, continualmente más cerca de él.

Segundo: la hipótesis de Copérnico está más ordenada y establece la situación y la disposición de los cuerpos celestes en una serie armoniosa; pues en ella ningún planeta primario corta la órbita de otro, como sucede en el sistema ticónico; además, las revoluciones de todos los planetas se sitúan sobre el mismo centro, esto es, alrededor del Sol, contra lo que sucede en el sistema ticónico. [...]

Por esta causa es mucho más fácil y mucho más apto (el sistema de Copérnico) para las observaciones astronómicas y para realizar demostraciones al punto que también los astrónomos ticonianos para hacer sus observaciones, y para elaborar construcciones de tablas, se sirven de la hipotesis copernicana. Además como observa el cardenal Serry, fue utilizada por la Iglesia misma para la corrección del calendario romano.

Podemos considerar al Elementa como el punto de inflexión para el heliocentrismo y los principios de la astronomía moderna en la Nueva España, y por lo tanto en México. El sistema copernicano y las leyes de Kepler y Newton fueron gradualmente aceptadas por cada vez más y más astrónomos, ya sin el temor de la Inquisición que había quitado las obras de Copérnico de su Índice de libros prohibidos. La última pala de tierra sobre la tumba del sistema ptolemaico en México fue echada por Lucas Alamán en 1812, año en el que salió una obra del astrónomo Fermín de Reygadas donde defendía al geocentrismo con argumentos ya viejos. Alamán defendió la astronomía moderna en un escrito en el que se apoyaba en la astronomía y la física contemporáneas para concluir que:

Se ha considerado por observaciones exactas que las leyes de la atracción universal descubiertas por el gran Newton, corresponden perfectamente a la teoría copernicana y no son adaptables a ninguna otra.

Referencias

Elías Trabulse, Historia de la ciencia en México, versión abreviada. 2a. reimp., Fondo de Cultura Económica, México, 2005.

10 comentarios:

Antonio dijo...

Hace poco leí "La aventura del universo" de Timothy Ferris, que plantea un poco diferente la polémica entre heliocentrismo y geocentrismo. Según este autor ni Copérnico ni Galileo demostraron sin lugar a dudas la hipótesis heliocéntrica. Galileo usó argumentos de analogía con las lunas de Júpiter y las fases de Venus, pero el modelo de Copérnico no era más preciso que el de Tolomeo, el concepto de inercia no era completamente entendido como para aceptar que nuestro propio mundo se mueve sin que lo sintamos, y la creencia de que las órbitas planetarias eran circulares obligaba a introducir trucos geométricos difíciles de aceptar como interpretación de la realidad. Las fases de Venus se podían explicar con el modelo de Ticho Brahe sin abandonar la idea de que el continuo girar de nuestro planeta debería ser evidente para nosotros (yo sólo lo puedo percibir después de 5 tequilas). Para colmo, Galileo no fue juzgado por la iglesia por apoyar la tesis de Copérnico, sino por intentar imponerla a la iglesia a partir de la aceptación de su propia autoridad, causando que "De Revolutionibus" fuera censurado. Claro que con las demostraciones de Kepler no quedó duda alguna, aunque no sé que postura haya tomado la iglesia respecto a las leyes de Kepler.

Debo mencionar que no he leído mucho sobre este tema

Un Abrazo

Unknown dijo...

Es agradable ver que se hace referencia a uno de los primeros científicos (y escépticos) mexicanos (¿o novohispanos?).

Creo que en México deberíamos de recuperar la imagen de Carlos Sigüenza y Góngora. Su vida y su obra fueron opacados por el astro de Sor Juana, sin embargo él representa el nacimiento no solo de la ciencia en nuestro país, si no también de su proipia conciencia como nación.

Saludos y felicidades por la entrada y el blog.

Armando

Kix dijo...

:-) Vengo a dejar saludines rapidines!

Lorena dijo...

Que interesante la historia de cómo se establecen todos estos sistemas, y cómo siempre los científicos de alguna u otra manera tenemos que adaptarnos a los tiempos que vivimos, aunque esto no sea precisamente lo mas ético, pero de otra manera te linchan, asi es. En la actualidad ya no se lucha tanto contra la iglesia como contra las empresas químicas y farmaceúticas, que en el área de investigación biomédica, al menos, son las que marcan la pauta de qué se debe investigar!, asi mismo se dejan de investigar cosas porque simplemente no existe el presupuesto o no se consideran temas importantes.
En fin, dá para reflexionar bastante este tema del heliocentrismo, pues nada a festejar el dia, y por favor me gustaría probar un poco del pastel con el bombón que representa venus, jeje
saludos!

Ramón Mier dijo...

Felicidades por un artículo tan interesante. ¿Entonces no soy yo el centro del universo?

Pereque dijo...

Antonio: Es cierto. En realidad, con las órbitas circulares, el sistema copernicano y el ptolemaico eran lo mismo. Kepler se salvó de las persecuciones de la Iglesia porque estaba en muy buenos términos con la nobleza centroeuropea.

Lacerta: ¡Bienvenido! Sigüenza fue uno de los primeros en tener conciencia de pertenecer a una cultura distinta a la española, a pesar de ser criollo, así que lo podemos considerar mexicano.

Kix: ¡Saludos!

Lorena: Al menos las farmacéuticas no condenan a muerte. Que el principal obstáculo para algunas investigaciones sea el dinero deja un sabor un tanto amargo.

Ramón: ¡Pero claro que no! ¡Es Hugo Chávez! XD (o el villano favorito de uno)

Saludos, P.

dull dijo...

Me apoyo en la opinion de Lorena, pienso lo mismo.

Que tal un pastelote del bing bang todo desparramado?

Estimado Pereque,estoy teniendo problemas para postaer y comentar en blogger (soy el unico?), asi que aprovecho para saludarte.

El Tío César dijo...

¡Herejes!¡Apóstatas!

El centro del Universo es nada más y nada menos que Jaime Maussán...

o Carlos Trejo...

¿Carlos Salinas?...

¿Felipillo?...

¡Me doy!

Kix dijo...

Ya pude leer el post y realmente es que no tengo mucho conocimiento del tema, así es que me limité a empaparme de él. También Antonio y sus comentarios tan inteligentes siempre me dejan con un excelente sabor de boca...

Anónimo dijo...

Que chido blogger!!! Namás se te pasó decir que el primer tratado astronómico novohispano se llama "Efemérides calculadas al meridiano de México para el año del Señor de 1757", impreso en México en 1756. Y fue escrito por Francisca Gonzaga del Castillo, científica poblana conocedora de las matemáticas y la astronomía.
Porque, pos ya ser astrónomo en México y luego mujer en aquella época merece su mención no?
Gracias por hacer una entrada tan estimulante... neto, para todo el que disfruta de la verdura y la fruta!!