El fútbol sóccer (o en los dialectos mexicanos, "fut bol", sin que ninguna de las sílabas tenga el acento, como si fueran dos palabras) me parece uno de los deportes más soporíferos del universo. Gastar una hora y media de mi vida viendo a veinte adultos correr tras una pelota para que el juego termine cero a cero me parece un desperdicio inaceptable de tiempo, y eso que soy procrastinador profesional. Y da lo mismo si juega el Irapuato o el Manchester United: no puedo ver la supuesta "espectacularidad", la "pasión" o cualquier otro atributo subjetivo e indefinible de nombre mamón que pudiera tener el segundo. Tampoco me salgan con que es un juego "democrático" y "accesible" porque no es cierto, hay otros mucho más simples como las carreras de atletismo. El fútbol soccer debe ser uno de los espectáculos más sobrevaluados de nuestra civilización.
De lo anterior, y de mis opiniones sobre el nacionalismo, se puede concluir correctamente que no tengo el menor interés en las peripecias de la selección mexicana de fútbol. Pero como vivo en un país que respira, come y sueña (¡pero rara vez practica!) "fut bol", es inevitable que me entere de las grillas, chismes y tonterías alrededor de la selección que en México se venden como "periodismo deportivo". Que si el técnico anterior era un inútil, que si el nuevo técnico va a "clasificarnos", que si los "europeos" son unas divas, que si Fulano se lesionó, que si Mengano no está "en su mejor momento", que si Perengano le dedica sus goles a su mamá y otros sucesos de importancia capital para la gloriosa marcha de la Patria hacia su eterno destino que en el cielo por el dedo de Dios se escribió: el pase a cuartos de final en el Mundial.
En resumen, el sábado no me aplasté en el sofá a comer botanas, beber cerveza y ver a la selección de El Salvador aplastar los sueños mundialistas de México los jugadores, directivos e hinchas mexicanos (ni voy a hacerlo ahora que el Tri está jugando con el equipo de Trinidad y Tobago) porque tengo mejores cosas que hacer y si no las tuviera las invento. Lo que no me aburre es el periódico, y ahí me enteré de que Carlos de los Cobos, el director técnico del equipo salvadoreño, es fan de El Secreto y la ley de la atracción, la última "novedad" del "pensamiento" New Age (El Universal, 08/06/2009).
El Secreto y la ley de la atracción
Shhh. Baje la voz. Voy a contarle un secreto que ha estado escondido durante siglos. Un secreto que lo ayudará a ser próspero, sano y feliz, pero que las fuerzas del miedo y la oscuridad no quieren que conozca. Acérquese un poco más. Revise que nadie nos vea. ¿Listo? Va:
Desee algo bien fuerte, y el universo se lo concederá.
¿Qué? ¿Cómo que es una pinche jalada? ¡Pero funciona! ¡Es una ley del universo, como la gravedad! ¡Espere! ¡No se vaya! ¡Ay, mi nariz!
El Secreto es el título de un libro y un DVD producidos por la australiana Rhonda Byrne en 2007. En ambos, Byrne explica que el secreto para la prosperidad y la felicidad es lo que ella llama "la ley de la atracción", que es básicamente el párrafo antepasado. Un enunciado más oficial de la ley de la atracción es que los pensamientos "atraen" cosas físicas de acuerdo a sus "intenciones". Pensamientos buenos atraen cosas buenas. Pensamientos malos atraen cosas malas. El pensamiento por sí mismo puede moldear la realidad. Si le suena conocido, es porque la ley de atracción, aunque no con ese nombre, ha sido parte integral de los movimientos de autoayuda, de superación personal y del pensamiento positivo desde sus orígenes en el siglo XIX.
La ley de la atracción es mucho más vieja que eso, y para demostrarlo basta un recorrido somero por la historia y la antropología de las religiones. Las oraciones y conjuros presentes en todos los sistemas religiosos del mundo son lo mismo que la ley de la atracción: pedid y se os dará. La noción fundamental de la magia simpática (y de la adivinación) es que lo similar atrae, provoca o anticipa lo similar. La ley es también uno de los temas fundamentales de la Biblia: haz cosas buenas y Yahvé te dará cosas buenas; haz cosas malas y Yahvé te dará cosas malas. El karma es la ley de la atracción a muy gran escala. La ley es la idea detrás de la expresión "todo en esta vida se paga" y de la creencia popular en las "buenas" o "malas vibras". El único mérito de Byrne fue ponerle un nombre pegajoso y una envoltura sugestiva.
El secreto de El Secreto no es secreto ni novedoso, y la experiencia cotidiana nos dice que es completamente falso. Piense en los millones de personas que compran billetes de lotería y no ganan nada. Piense en los millones de votantes de los candidatos perdedores. Piense en los millones de jugadores de los casinos que regresan con menos dinero que cuando llegaron. Piense en los millones de pacientes con enfermedades crónicas e incurables. Piense en los millones de niños que van a clases contra su voluntad. Piense en los miles que desean que el Atlas gane un campeonato. Yo he deseado con todas mis fuerzas convertirme en un semidiós cuántico todopoderoso e inmortal desde marzo y nada, sigo atascado en mi cuerpo frágil y limitado de toda la vida. También puede llevar a contradicciones. ¿Qué pasa cuando dos creyentes de la ley de la atracción hacen un volado y ambos desean con la misma intención y con las mismas fuerzas que caiga su lado de la moneda? ¿La moneda cae de canto? ¿Explota? ¿La realidad se divide en dos hilos paralelos donde cada creyente obtiene su lado de la moneda y son felices? ¿Cómo podemos saberlo?
En realidad, la ley de la atracción es el mínimo común denominador de todas las creencias de simpatía y retribución moral. La ley de la atracción omite al intermediario (dioses, santos, ancestros, espíritus de la naturaleza) entre nosotros y el universo, o mejor dicho, adopta el panteísmo al sugerir que nosotros somos el universo. Más importante aún, la ley de la atracción omite las acciones. La mayoría de estas creencias dicen que la reacción del universo es consecuencia de acciones concretas, o como mínimo exigen hacer un ritual o cumplir un precepto sobrenatural. Hasta las oraciones están altamente ritualizadas y codificadas. La ley de la atracción sólo exige pensar en risueños ponis rosas de sedosas crines doradas y ojos de amatista, galopando por campos verde esmeralda pletóricos de mariposas tornasoladas en el país más allá del arcoiris, y todo vendrá por añadidura.
No estoy diciendo que uno no ande por la vida con una actitud positiva. La gente con buena actitud seguramente será capaz de trabajar y esforzarse más para lograr sus metas. Las palabras claves son "trabajar" y "esforzarse". Y es eso, el "trabajar", el "hacer algo", lo que está ausente en El Secreto. La ley de la atracción ofrece la ilusión de poder y control absolutos de nuestra vida y nuestro destino, pero sólo nos vuelve mendigos existenciales sentados en un rincón esperando que nuestros deseos y fantasías se materialicen porque sí, sin mover un dedo para lograrlo.
Y mientras tanto, en el Salón de la Estulticia...
...Carlos de los Cobos dice que leer El Secreto le ayuda a dirigir al equipo nacional de El Salvador. La verdad sea dicha, las filosofías del pensamiento positivo y la motivación personal son muy populares entre los jugadores, los entrenadores, los comentaristas, los directivos, los mercadólogos y los vendedores de todos los deportes. Un solo ejemplo muy en boga: toda esa gente nos dice que "¡hay que apoyar al Tri!", como si los buenos deseos de un montón de enajenados tuvieran mayor influencia en el desempeño de los jugadores que el talento y condición física de los mismos. Dudo que De los Cobos sea un caso excepcional y seguro hay muchos más creyentes en El Secreto en la industria futbolística, sean jugadores, técnicos, directivos o comentaristas.
Sin embargo, leemos la nota producto de esa entrevista y vemos lo que realmente hizo ganar al equipo de El Salvador:
“Neutralizamos jugadores que eran importantes, como Guardado o Pável, y explotamos la velocidad. Era algo que sabíamos que podíamos hacer, porque sabíamos que había gente como Galindo y Maza, que no tienen la explosión de 15 o 20 metros”, detalla, y saboreara el plan trazado.
De ahí, que usara jugadores con cualidades ofensivas, uno de ellos Rodolfo Zelaya, quien desbordó a la zaga mexicana a placer.
“Intentamos aplicar una característica de nuestra selección, tener el control de la pelota y hacer circular el balón”, añade. “El Salvador mereció el triunfo porque nos acercamos a su portería, supimos equilibrar en los momentos de presión de México”, confiesa.
[...]
“México siempre ha sido rival a vencer, pero a lo mejor en un momento dado la capacidad de estas selecciones estaban muy por debajo y sólo mostraban actitud para poder ganar y eso no es suficiente. Hoy, estas selecciones siguen teniendo actitud, pero también han mejorado capacidades técnicas, tácticas y futbolísticas”.
De los Cobos afirma que le ha sacado mucho provecho al Secreto, pero poco después se desdice y reconoce que la actitud de ganar no es suficiente para "atraer" triunfos. Lo que necesitó, y lo que efectivamente hizo, fue trabajo duro, un análisis basado en evidencias de las fortalezas y debilidades de su equipo y el equipo contrario, y el diseño y ejecución de una estrategia racional basada en ese análisis. Hasta podría exagerar y decir que lo que usó fue ciencia. Todo lo contrario de cerrar los ojos, pensar muuuy fuerte en cosas lindas y esperar a que pasen solas.
Ojalá y todas las disonancias entre lo que se dice y lo que se hace fueran tan afortunadas.
Actualización al 11/06/2009: La selección de El Salvador perdió ante el equipo de Honduras en San Pedro Sula, quod erat demonstrandum.
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