Anteriores
Ésta es la tercera parte de la reseña de la revista de Jaimico Maussán. Tal vez recuerden que la prometí para hace casi 10 días, pero razones personales ya conocidas por los visitantes usuales me impidieron publicarla. Pero la vida sigue, y la guerra contra las pseudociencias también.
¡Mi primera mentada de madre!
La primera parte de la reseña recibió dos amables, ecuánimes, razonados y bien fundamentados comentarios de alguien que es un presunto maussanita y/o un patán con ganas de joder. O dos. Dice que no le pareció nada de lo que se ha expresado hasta este momento. Según él, la revista es excelente y los escépticos somos unos miserables roñosos y estiercoleros que envidiamos a Jaimico porque es rico, famoso, exitoso y sexy. Bueno, la fama y "gloria" de Jaimico no son precisamente deseables; y más que envidia, el dinero que pudiera tener Maussán me produce indignación, porque es dinero obtenido a costa de la ingenuidad, la ignorancia y la buena fe de las personas con engaños en nombre de la ciencia.
Lo que me parece interesante es que en absolutamente todos los blogs escépticos, escasean los magufos razonadores de discurso articulado, pero abundan los que sólo se limitan a insultar y a mostrar su florido vocabulario y su analfabetismo funcional. Luego dicen que por qué nos creemos mucho.
El caso es que parece ser que alguien se está molestando porque estoy exhibiendo a su gurú en toda su ignorancia, pretensión y patetismo. Eso es algo muy motivador: estoy pegando y duele.
Fe de erratas
Al comentar el artículo de Álvaro Mézquita, escribí que
Mézquita nunca menciona los textos que Brown usó para escribir su tabique y mucho menos a los verdaderos "autores", que no descubridores, de todas las patrañas que menciona el artículo: Leigh, Baigent, Lincoln, Pickwood...
No sé de dónde saqué ese "Pickwood". Seguro el avispado lector se habrá dado cuenta que el nombre de una de los autores de La revelación de los templarios y otros libros "brownescos" es Lynn Picknett. Ya lo corregí, además de agregar la referencia a Clive Prince, otro de los autores. Otro error, éste de estilo, es:
el tocayo Aparicio parece creer en una concepción evolucionista (uso la expresión "evolucionista" a falta de una mejor expresión)
Recordarán que arremedé de lo lindo un pasaje que usaba la palabra "presencia" y similares cuatro veces en la primera parte de esta reseña, y no se vale que yo haga lo mismo. La segunda aparición de "expresión" fue borrada.
¿Se está sobrecalentando el Sol? (pp. 26 - 29)
Otro texto de Linda Moulton Howe traducido por Luis Figueroa Conde. La calidad del texto (del texto, no de su contenido) es bastante mejor que la colaboración anterior. Habla de un incremento en la actividad del Sol que puede explicar parte del calentamiento global terrestre, el derretimiento del hielo polar de Marte y un incremento en la temperatura de Plutón (?). Las mediciones reportadas en este texto son de ¡noviembre de 2005!, lo que apoya la idea mencionada antes de que la revista fue hecha varios meses antes de su lanzamiento.
No he investigado qué tan cierto es el texto, pero se ve más o menos coherente, o a lo mejor digo esto porque no me recupero del shock del texto del tocayo Aparicio en la segunda parte. Pero dentro del mundo maussanita, este texto tiene como único propósito apoyar el mayanismo con el que Jaimico y Rodolfo Garrido han lucrado desde hace cierto tiempo. Para ellos, como para todos los creyentes y/o vividores de las profecías mayas, un incremento de la actividad solar es uno de los signos del cambio cósmico por venir.
La gran revelación. La suplantación de la realidad (pp. 30 - 31)
Este texto, por Eduardo Rojas Olmedo, está compuesto de dos partes medio inconexas. En la primera parte de la página 30, Rojas recuerda a sus lectores que en nuestros días hay muchos acontecimientos terribles: "Se dirá que siempre han ocurrido catástrofes; sin embargo, ahora está pasando todo a la vez, y en una magnitud que asusta. ¿A qué se debe?" Uy, no sé, ¿será que ahora podemos saber lo que pasa en todo el mundo a unas pocas horas de ocurrido y en el mundo pasan más cosas de las que pasan en nuestros pueblos individuales, y que, calentamiento global aparte, los desastres naturales y sociales causan más daño porque cada vez hay más gente en el mundo? No, es porque somos unos inconscientes, dice Rojas. Y la razón porque somos tan inconscientes es porque tenemos "una concepción impuesta, fictica; donde las cosas están trastocadas. Este engaño es como una fascinación masiva, donde imperan: el egoísmo, la ignorancia y la mentira".
Esta falsa realidad nos ha hecho creer varias mentiras, según Rojas, como el origen aleatorio de la vida y la humanidad, y el desarrollo autónomo de las civilizaciones humanas. Para Rojas, son "falacias" la abiogénesis y la evolución, y eso se demuestra "porque todos los organismos nacen, se desarrollan de acuerdo a un programa maestro, inscrito en el ADN". Y como el ADN es un programa, pues ha de tener un programador, ¿no?
Ahora resulta que a todas las pseudociencias y filosofías baratas que Jaimico cultiva con tanto esmero y explota comercialmente con singular alegría hay que añadir el creacionismo. Maussán se está colgando de cosas cada vez más absurdas y desacreditadas. No me acuerdo dónde leí que las analogías son buenas para explicar hipótesis y teorías científicas, pero no son hipótesis y teorías por sí mismas. Es el error que está cometiendo Rojas: la metáfora del ADN como programa servirá en ciertos contextos, pero no es correcto decir que el ADN es un programa. El que todas las especies sobre la Tierra usen la misma molécula para crecer y reproducirse es prueba a favor de un origen común de la vida. Y que algunos virus, en la frontera entre lo vivo y lo inerte, usen ARN, una molécula similar al ADN pero más simple (ojo: esto también puede considerarse como metáfora, así que no lo tome literalmente), es otra prueba a favor de ese origen común.
Muchísima gente aceptaría como bueno el argumento simplón de Rojas porque identificaría al "programador" con su dios. Rojas tampoco cree que la civilización haya surgido gradualmente; esta "falacia" es fácilmente refutada al examinar "la evidencia arqueológica representada por miles de tablillas de barro cocido con inscripciones en caracteres cueniformes encontradas en el área de Sumer (hoy Irak)", donde se narran los contactos humanos con seres venidos del cielo, los "justos de las naves voladoras", en momentos críticos de la historia. Ahí tienen a los programadores de ADN que le son tan obvios (¿y queridos?) a Rojas: los extraterrestres. Lo más parecido a una referencia que Rojas proporciona para sostener tan deschavetada afirmación es la obra de Zecharia Sitchin, que ha hecho fama y fortuna con libros que dicen que los dioses sumerios eran extraterrestres y cosas por el estilo. Sitchin, naturalmente, no es tomado en serio por nadie dentro de la academia seria, y aparece ocasionalmente en revistas esotéricas. Exponer cómo surge una civilización sería demasiado extenso, así que me limitaré a recomendar Guns, germs and steel de Jared Diamond (edición en español de Debate), donde se explica con sencillez y contundencia los factores geográficos y ambientales que dan origen a una civilización.
Y si a los demás lo que dice Rojas nos parece tan absurdo, no es porque sean tonterías, no, sino porque hay una malvada conspiración para ocultar la verdad sobre nuestros programadores extraterrestres que nos está llevando lejos de nuestra evolución espiritual. (Darwin debe estar revolcándose en su tumba.) Por supuesto. Es clarísimo de qué lado están "el egoísmo, la ignorancia y la mentira".
¿Dónde están los mexicanos contactados? (pp. 32 - 33)
El autor de esta himbeztigación es el licenciado Juan Antonio Amezcua. Firma como licenciado, así que seguro es licenciado y todo lo que dice ha de ser la verdad verdadera porque es licenciado. El texto trata sobre tres supuestos contactados mexicanos: Salvador Villanueva, que dice que los venusinos se lo llevaron a su planeta en 1953; María del Socorro Pérez "Marla", que decía que los extraterestres le estuvieron enseñando medicina desde 1968; y Roberto Kenny, que decía comunicarse con extraterrestres telepáticamente.
Los tres casos son de lo más chafa. No se presenta evidencia alguna de sus afirmaciones (incluso Amezcua dice explícitamente que ni Villanueva ni "Marla" presentaron un gramo de evidencia), y Villanueva fue ridículamente desacreditado cuando se inició la exploración científica de Venus y resultó que no era como lo describía Villanueva en sus historias. Me sorprendería si no hubiera visto antes al caballo volador.
Los maestros de antiguas civilizaciones prehispánicas (pp. 34 - 37)
Por Gabriel Moreno Cahue, este artículo es pseudohistoria New Age pura. Moreno parte de un error común en pseudohistoria: los mitos y leyendas no son creaciones culturales, sino relatos codificados o metafóricos de hechos que realmente ocurrieron. En este caso, las leyendas prehispánicas nos transmiten información real sobre los "Maestros de la Luz", cuya descripción por parte de Moreno los hace indistinguibles de lo que los antropólogos de verdad llaman héroes civilizadores: personajes míticos que en el principio de los tiempos nombraron las cosas, fundaron las ciudades primigenias, crearon los oficios, promulgaron las leyes y un largo etcétera.
Luego sigue la leyenda del enano de Uxmal, que se convirtió en gobernante de esta ciudad maya y construyó en un solo día la Pirámide del Adivino. Luego Moreno nos dice que la Pirámide del Adivino es
la morada de una entidad energética llamada Kinich Ahau, gran Sacerdote Solar Maya quien en un tiempo —según la tradición— vivió en cuerpo y alma en este lugar y quien decidió quedarse aquí interactuando entre distintas dimensiones para ayudar a corregir fallas de armonía entre materia, espacio y tiempo. Actualmente, un grupo de estudiosos acuden a Uxmal para realizar ceremonias, ejercicios y conexiones con el Maestro Kinich Ahau.
Todavía está lejos de los delirios de Martín Aparicio, pero no está nada mal. He leído algo de mitología maya, y no he visto que Kinich Ahau (K'inich Ajaw) alguna vez haya sido considerado como una persona real en el Puuc (el Puuc es una región de colinas en el noroeste de la península de Yucatán, no muy lejos de Mérida; Uxmal fue una de sus principales ciudades) o en ninguna otra región maya. Y ciertamente no armonizaba nada. Kinich Ahau no era más que una personificación del Sol, como Tonatiuh, Apolo o Ra.
Moreno cita pasajes de Tiempo y realidad del pensamiento maya, de Miguel León-Portilla, que en realidad no respaldan sus afirmaciones pero tampoco las refutan. León-Portilla, contrario a lo que nos quiere hacer pensar Moreno, habla no tanto de Kinich Ahau, sino del concepto de kin, que además de ser el Sol, es el día (en tanto ciclo del Sol) y sobre todo el tiempo (en tanto conjunto infinito de ciclos del Sol). En realidad, Kinich Ahau como tal no tenía un culto particularmente destacado; algunos mayistas lo consideran como un aspecto de Itzamná (Itzamnaaj), que sólo recibía culto entre los sacerdotes y los gobernantes. Para los mayas de a pie, era infinitamente más importante el dios del maíz que cualquiera de los grandes dioses celestes como Kinich Ahau, más importantes para la cosmología que para el culto. (Esta información fue extraída de Grandeza y decadencia de los mayas, de J. Eric S. Thompson. Está medio viejito, pero en líneas generales es bastante exacto.)
Como en casi todos los demás artículos, el absurdo se incrementa conforme avanza la lectura: en este caso, sigue un textito afirmando que
Existe una interesante versión acerca de ciertas profecías escritas en Palenque durante el gobierno de Pacal hace probablemente mil 200 años, en las que se expresa que así como aconteció un alineamiento planetario en el año 3113 a.C. que causó catástrofes y modificaciones en la corteza terrestre, habrá otro alineamiento en el año 2012.
En el mundo al revés de Maussán, se afirma como "probable" lo que es una certeza (más o menos; Moreno erró por algunos años el inicio del reinado de Pacal de Palenque) y se insinúa como certeza lo que es completamente falso. Las fechas del inicio y el fin de la era maya actual no se extraen de profecías inexistentes, sino que surgen de forma natural de la conversión entre fechas mayas y fechas gregorianas. Queda muy poco de los códices mayas, pero nada de lo que tenemos puede interpretarse como lo que describe Moreno, que continúa diciendo que "[e]stas profecías supuestamente están escritas en códices no precisamente comunes, sino codificados y conservados mediante cuidadosos tratamientos que tienen que ver con frecuencias vibratorias." Más concretamente, estos misteriosos códices están regados por Mesoamérica y ocultos "en las profundidades de la cuarta dimensión".
¿Otro iluminado? Porque si estos códices son imposibles de obtener en esta "dimensión", la única forma en que cualquiera pueda saber su contenido es teniendo acceso a esta "cuarta dimensión", o contactando a alguien con acceso a la "cuarta dimensión". ¿Que usted no sabe lo que es la "cuarta dimensión"? Pues qué mal, porque Moreno nunca lo explica. Tampoco explica qué es una "falla de armonía entre materia, espacio y tiempo", una "escala sutil de las frecuencias superiores" o una "frecuencia vibratoria". Todo esto es palabrería hueca del New Age diseñada para darle un barniz científico a creencias ridículas.
Si Diego de Landa hubiera sabido que alguien en el futuro iba a predicar cosas como éstas, habría pensado dos veces antes de empezar a quemar códices mayas.
Estimado lector, estamos a punto de acabar. Espere la cuarta y última parte de la reseña de Los grandes misterios del tercer milenio a la hora que guste, por el mismo canal.
Siguientes