Emilio: ¡chinga a tu madre!
Hoy se cumple un mes desde que el pío y decente gobernador porro de Jalisco, Emilio González Márquez, decidió donar 90 millones salidos directo del erario a la construcción del Santuario de los Mártires, una monumental iglesiota en el cerro del Tesoro, en Tlaquepaque, justo por encima de un montón de barrios pobres, y el proyecto consentido del megalómano y patán cardenal Juan Sandoval Íñiguez.
Pues bien, después de un mes en el que prácticamente toda la oposición partidista, la academia y los ciudadanos liberales han condenado lo ocurrido; después de un mes de contradicciones, vaguedades, evasivas y explicaciones absurdas del origen y la legalidad del donativo; después de un mes de prepotencia y franco desdén de la Arquidiócesis de Guadalajara; después de una marcha de al menos mil personas (nada despreciable dada la nula convocatoria de cualquier movimiento social en Guadalajara); después de un mes en el que Emilio, él solito, acumuló casi cinco mil quejas ante Derechos Humanos de Jalisco (como punto de comparación, toda la policía estatal, esa que acostumbra detener gente por como luce y torturar presos, en promedio, acumula esas cinco mil quejas en siete años), ¿qué hace el bueno de Emilio?
Ah, pues decide donar otros quince millones de pesotes desviados de vaya uno a saber qué partida al Banco Diocesano de Alimentos. Hagamos a un lado el hecho de que las caridades religiosas no católicas no se han visto beneficiadas del generoso corazón de Emilio. Lo verdaderamente importante es esta formidable joya del discurso político, palabras de esas que se graban en letras de oro en monumentos y recintos del Estado:
Yo tengo poco de gobernador, pero a lo mejor ya se dieron cuenta que a mí lo que algunos poquitos dicen ¡me vale madre! Así de fácil. Yo sé lo que se tiene que hacer en Jalisco.
Déjenme decirles que yo estoy comprometido con este movimiento y que traigo aquí un pinche papelito que dice: "Gobierno de Jalisco, Secretaría de Finanzas", Oscar [García Manzano, secretario de Finanzas], ¿dónde andas? ¡Hasta que, cabrón, hiciste algo bueno por Jalisco! Martín Hernández [secretario de Desarrollo Humano]: felicidades, chingado, ya hacía falta.
Éste es un cuete [borrachera], no me importa, me cae. Don Juan [Sandoval Iñiguez, cardenal de Guadalajara], absuélvame desde allá. Además estamos haciendo un buen desmadre don Juan ¿sí o no? Aquí hay un cheque, el 419240 cabrón, a nombre de la Asociación Mexicana del Banco de Alimentos AC. Digan lo que quieran, perdón señor cardenal, ¡chinguen a su madre!
Las fotos y videos (que me ahorro por salud mental) apoyan que estaba cuete: Emilio luce todavía más estúpido, más adormilado e indiferente al mundo exterior y (sobre todo) más rosado que de costumbre. Si es así, es reconfortante saberlo: no es que el hombre sea un idiota y/o un prepotente autoritario de ultraderecha, es sólo que ha estado ebrio desde que tomó posesión y no sabe lo que hace. Entonces es nada más cuestión de llevarlo a Alcohólicos Anónimos (o a uno de esos centros donde golpean a sus internos, digo, para desquitar ¿no?) y tendremos un Jalisco próspero y triunfador otra vez. Según La Jornada Jalisco (25/04), la esposa de Mamilio, Imelda Guzmán, le estaba haciendo señas desde su lugar para que se callara.
Al día siguiente, ya que se le bajó la peda, Mamilio pidió disculpas:
Anoche, en un evento destinado a combatir el hambre en nuestro estado, me ganó la emoción. Utilicé un lenguaje inapropiado, indigno de Jalisco, impropio de un gobernador. No suelo hablar así, no es la educación que recibí, no es el ejemplo que quiero dejar a mis hijos. Ayer me equivoqué. Si de algo sirve, ofrezco una disculpa a Jalisco. Jalisco no puede tener un gobernador con ese léxico. Ofrezco una disculpa a quienes estaban en el evento, a quienes lo organizaron y a quien se haya sentido ofendido. Espero tener la oportunidad con los hechos cotidianos de hacerme merecedor de que acepten esta disculpa que por mis dichos cometí esa equivocación.
Pues vete al carajo y chinga a tu madre, Emilio: yo no acepto ni quiero tus disculpas hipócritas, quiero mi dinero invertido en algo de beneficio para mí, mis vecinos y mi sociedad. ¿La contaminación del río Santiago se va a ir con disculpas? ¿Vas a terminar el Centro de Convenciones de Vallarta con disculpas? ¿La zona huichola va a salir de su marginación con disculpas? ¿Vas a resolver la movilidad urbana de Guadalajara con disculpas?
Que las izquierdas de la ciudad de México digan lo que quieran, pero la mafia de neoliberales vendepatrias del PAN federal es avanzado y decente en comparación con estos rancheritos palurdos, persignados, oscurantistas, lamehuevos, imbéciles, de mente estrecha y sin educación que nunca debieron salir de sus pueblos perdidos en la sierra, mucho menos ser elegibles para cargos públicos.