- Lo bueno del pabellón de Los Ángeles es la oferta de antologías de Phillip K. Dick. Lo malo es la oferta de traducciones al inglés de escritores mexicanos que hicieron su carrera en México: ¿por qué diablos iba a querer leer una traducción de algo escrito en mi propia lengua? Lo peor es su exhibición "artística". Uno pensaría que un territorio cosmopolita de diez millones de personas podría ofrecer arte sofisticado, educativo e interesante... pero noooooo, deciden montar la versión pretenciosa de Enchúlame la máquina.
- Los stands de Tomo y de los Editores Mexicanos Unidos son tan grandes, tan concurridos, tienen cosas tan baratas y parecen estar tan poco vigilados que uno está tentado a robar. Después de todo, el chiste de los saldos es deshacerse de ellos y sacarles lo que se pueda antes que incinerarlos o reciclarlos, ¿no?
- Y ya que menciono a esas editoriales, ¿debe el aspirante a divulgador escéptico comprar libros de magufería y medicina alti a quince pesos? El libro fue escrito por un don nadie posiblemente analfabeto, está lleno de faltas de ortografía y de gramática, es de papel corriente, las hojas se despegan a la primera, no está basado en fuentes originales, no tiene rigor académico, pero esos libros representan el primer o el único acercamiento que muchísimas personas interesadas tendrán hacia los masones, la hechicería, la herbolaria o cualquier otro tema alti-magufo. Uno pierde la perspectiva de los "profesionales", pero gana la perspectiva de la gente normal.
- Ir a la FIL a buscar libros de ingeniería es una colosal pérdida de tiempo.
- Entiendo las multitudes en los stands de las grandes editoriales multinacionales, pero ¿por qué demonios la gente va a los stands de Gonvill, Gandhi, El Sótano, Yug o incluso el Fondo o la Siglo XXI? Paso por ahí ¡y siempre están hasta el gorro! ¡Gente, todas esas librerías están en la ciudad! ¡Y la entrada es gratis! ¡Todo el año!
- He vivido en el error. No hay que llevar comida a la FIL: uno desayuna mucho, se lleva una fruta, galletas u otro tentempié y ya que sale de la Expo se va a comer-cenar por los alrededores de Plaza del Sol.
- No entiendo al Instituto Politécnico Nacional. Por un lado imprimen traducciones y/o adaptaciones de los grandes clásicos de la ciencia moderna: Copérnico, Galileo, Maxwell... Y por otro imprimen materias médicas y farmacopeas homeopáticas. ¿Qué esperan los polis para deshacerse de esa vergüenza llamada Escuela Nacional Homeopática?
- La oferta de libros técnicos del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, ITESO para los cuates, es virtualmente nula.
- ¿Alguien supo si el vulgo podía agandayar café en el stand de la cámara editorial colombiana?
- El stand que llamó más mi atención fue el de la Embajada de Irán en México. Es un stand pequeño, sencillo, sin pretensiones, que ofrece algunos libros en español pero impresos en Irán. Lo interesante es que la mayor parte del material es apologética islámica chiíta: textos introductorios e interpretaciones y opiniones de asuntos sociales, un libro de propaganda contra Estados Unidos que puede o no mostrar algún grado de pensamiento conspirativo, etcétera. La difusión cultural de una de las civilizaciones más antiguas, brillantes y majestuosas de la Tierra quedó reducida a material digno de una parroquia rural de Guanajuato. Y muchos en las izquierdas locales defienden a la República Islámica que permitió eso mientras denuncian (con toda razón) a la ultraderecha católica, que busca básicamente lo mismo...
1 comentario:
Me tocaste una fibra sensible con mi escuela: que el poli se deshaga de la homeopatía. Ojalá que ahora la dra. en ciencias Yoloxóchitl Bustamante (que llegué a conocer) va a ser directora se anime a quitar ese engendro.
Jajajajaja, la versión pretenciosa de "enchúlame la máquina". Priceless.
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