Termina el horario de verano
Este domingo 26 es el último de octubre, y como todos los domingos de octubre es el día en que termina el horario de verano. Recuerden atrasar su reloj una hora, de preferencia el sábado por la noche antes de dormir, a menos que vivan en Sonora, en cuyo caso recuerden que sus programas favoritos de la tele van a pasar una hora antes.
Aparentemente la única persona a la que le gusta el horario de verano soy yo. Todos los demás lo aborrecen como si fuera la peste. Está bien, todos tenemos nuestros motivos. Algunos serán buenos, otros malos, y otros demuestran que el quejoso no entiende a cabalidad el concepto de día.
Hace rato leí una nota en la que el presidente de la Asociación Mazatleca contra la Diabetes, Gilberto Jiménez Lugo, dijo que el horario de verano tiene la culpa del incremento de la obesidad y enfermedades derivadas en el país. Según la reportera, el doctor Jiménez Lugo dice que "[c]on el cambio al Horario de Verano, la gente tiene menos tiempo para comer, come cualquier cosa y si come lo hace rápido, no mastica bien, y todo eso conduce a la obesidad, se pone más gordo por el estrés y la tensión" (Noroeste, 27/08/2008).
Hágame el favor. La Tierra no gira una hora menos durante el horario de verano. La hora que "se va" por la mañana "regresa" por la tarde, y si por alguna razón uno no puede levantarse temprano a hacer desayuno durante el horario de verano, que lo cocine por la tarde o noche, meta la comida al refri y la caliente al día siguiente. Yo hago eso y me funciona. (El costo energético de esa operación, y si anula el ahorro del horario de verano, deberá ser determinado por algún economista ocioso.) De la misma forma el horario de verano no pone ni más ni menos tiempo a la hora de la comida. Si así fuera se notaría en las cocinas económicas, que parecen funcionar igual con o sin horario de verano. (La respuesta definitiva quedará a cargo de otro economista ocioso. Piensen que pueden ganar un IgNobel.)
A lo mejor existe una correlación entre la fecha de introducción del horario de verano y el incremento de la obesidad. Habrá que revisar. Pero aun si así fuera, correlación no equivale a causación. Si a esas vamos, el boom de Internet ocurrió por esa misma época y tiene una relación de causa y efecto más plausible que el horario de verano.
La flojera, esa que se justifica con frases como "es que con el horario de verano no me alcanza el tiempo para nada", SÍ contribuye a la creciente obesidad nacional.